El Barça de Pep Guardiola consiguió arrancar un valioso empate a 1-1 del Mercedes-Benz Arena en la ida de los octavos de final de la Champions League tras una primera parte del todo nefasta en la que apenas se reconocía a ninguno de los jugadores que consiguiera el año pasado ser hexacampeón. No se recordaba un primer tiempo tan desastroso desde que Guardiola está al frente del conjunto azulgrana. Cierto es que los alemanes salieron muy enchufados y motivados, dispuestos a hacer daño, pero es que los culés parecían dormidos, atónitos, moribundos.
El Stuttgart mandaba y el 0-0 no tenía que ser el resultado final, por la dinámica del partido. Y así fue; en el minuto 25, Gebhart se sacó un centro mágico y preciso de la chistera que colocó en la cabeza de Cacau, que sólo tuvo que moverla hacia delante. Valdés vio el cabezazo pero no llegó a atajar. Entonces el conjunto azulgrana recordó a aquél que dirigía Rijkaard poco antes de ser reemplazado por Guardiola, un Barça pobre, sin motivaciones y sin metas. Poco después del gol hubo un desconcierto general que pudo pagar muy caro, como cuando Piqué tocó el balón con la mano dentro del área, aunque el colegiado no pitó la pena máxima.
La gran primera parte de los alemanes eclipsó la infame actuación de los culés hasta entonces. En los vestuarios, Guardiola tenía un papel muy importante, reanimar al equipo. Y lo hizo, pues les tocó la fibra sensible: "Si seguimos igual en la segunda parte, estamos fuera". Messi fue el encargado de levantar los ánimos al disparar desde lejos a Lehmann, que no aturó bien y tocó el palo. Es evidente que los azulgrana no llegaron a exhibir su mejor nivel, pero al menos se reencontró. Volvió al 'tiqui-taca', aunque faltaba el gol. Y se lo fabricó, mediante Ibrahimovic, que lanzó el balón por debajo del meta alemán tras éste haberle parado una con el pecho. El mérito fue de Piqué que asisitió con la cabeza al sueco un balón descolgado. Empezó a dominar el conjunto de Guardiola, pero no llegó a aventajarse en el marcador, aunque el árbitro no señaló un penalty clarísimo para compensar el error de la primera parte sobre las manos de Piqué.
En el Camp nou se decidirá la eliminatoria, y, aunque el resultado pueda parecer bueno, no debe hacernos creer que el Barça de anoche es el de siempre. Falta algo para seguir siendo el referente en el fútbol mundial, y esperemos que lo recupere pronto, porque ahora empiezan los momentos duros, en los que cualquier error se puede pagar muy caro tanto en la Liga como en la Champions.
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